lunes, 9 de julio de 2012

La primer expedición (Día-Z)

Había llegado el momento crucial y estábamos prontos para afrontar cualquier cosa que tuviéramos en nuestro camino, tantos meses de preparación tenia que llevarnos a algún lugar, esa era la idea. Los recursos en algún momento se iban a acabar y nosotros debíamos buscar más, nosotros, los que eramos capaces de hacer algo, porque nunca faltan los que aprovechan estas glorias que se pueden llegar a escribir con su sangre, ya que toda acción tiene un sacrificio global, tanto para el que mira que usa su memoria como para el que hace que gasta su esfuerzo.

Lo más prudente era volver a la capital, allí, encerrados en ese salón comunal que había sido una preciosa parrillada para los bienaventurados turistas de ruta, se tomaban las decisiones desde nuestra llegada. Pocas noticias nos llegaban desde lo más lejos de la ciudad, esas tampoco eran alentadoras. Todo estaba muy mal, todo estaba muy mal.

Yo sonreía mientras jugaba con el hielo de mi vino, había dejado el cigarro, ya se volvería un bien digno de lucha y yo no quería luchar por algo que hacía mucho tiempo podría haber elegido no hacerlo. Sonreía porque en una época creía que podía cambiar el mundo, que yo sería un referente de cambio en alguien. Mirando la situación que se me mostraba, me daba cuenta que era obra de mi ego, que ese era mi ego... Lo cual no quiere decir que tenga que ser el ego de otros.

Algunos ya habían fallecido y nuestro mayor temor se había confirmado; Se convertían en zombies no importaba la forma en la que murieran, incluso siendo está de forma natural. Últimamente me parecía todo divertido, aunque nadie entendía el porqué y mucho menos me acompañaba, todos los ojos estaban clavados en mi sonrisa tonta y perdida mientras terminaba de degustar el décimo vaso de vino tinto.

-A mi me parece...- comencé con gran dificultad verbal. -que deberíamos dividirnos, no hacerlo de forma multitudinaria, debemos dividir el esfuerzo y también las posibilidades que nos encuentren. Vehículos sobran, grupos de cuatro personas para los autos y dos personas para las motos.

La gente me miraba de forma extraña, seguramente seguros de que eso ya se había dicho, que era cierto. Aunque la división numérica fuera una idea propia mía. Yo hablaba de usar todos los vehículos de la zona, mientras que ellos querían usar unos pocos, los que fueran capaces de ir, cosa que tampoco estaba en discusión. Yo solo prefería hacerlo más accesible y recordar que esa comida que recogeríamos, sería la comida que ellos comerían mañana.

La gente no quedo muy de acuerdo pero tampoco me importó mucho, cuando se termino la reunión la lucha de egos entre los más poderosos y los que creían ser los más poderosos continuaba. Los que eran capaces de tomar las decisiones ya iban directo a los vehículos y los que no, recordaban ese olor a humo asado, como el de la carne quemándose, que eran los cadáveres de los muertos dejados en la ciudad. Evitando así que se pudriera el pueblo.

-Parece que es una misión- dijo Lukz aprontando la moto, pequeños ajustes y pruebas para asegurarse que todo estuviera en orden.
-Caliente caliente detective- le respondí y me apoye contra la pared de su garaje a la espera que estuviéramos prontos para partir.

1 comentario:

  1. Qué orgullo ser tu mammmma! Nunca dejes de escribir porque más allá del cariño con que miro tus escritos te diré que es más que obvio que el escribir es lo tuyo. Seguramente habrá algo que mejorar lo que es lógico, natural y sano pero la veta es tuya. Besos de colores!

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