sábado, 21 de abril de 2012

Flamenco cósmico (Éxiles)


                No importaba cuantas veces había ganado, ni cuantas veces había perdido. La escalera hacia la inmortalidad estaba frente a él. La última gran pelea de Cyd de Ofiuco. Con el silencio de sus compañeros fue subiendo peldaño a peldaño para quedar frente a frente con su rival final. Incluso con el temor que sentía frente al momento, se recordaba humano. No un dios.


                Sagitario estaba con los brazos cruzados y sus ojos cerrados meditando, tomando las últimas bocanadas de aire pasivo. Luego del primer paso de ambos, solo tendría un final posible.


                El final estaba cada vez más cerca, las constelaciones de Ofiuco y Sagitario danzaban en lo distante del cosmos entre sí, una marcha épica de romántico estilo. Las miradas de ambos continuaban con esa pequeña llama de determinación que se iba apagando cada vez más. Ambos eran ideólogos de esta nueva era de destrucción. Ambos con el mismo plan, solo uno lo podía llevar a cabo.


                Cyd tomó la banda con la que Agus se ataba el cabello y se la puso en su frente. Con giros veloces para no perder de vista a su enemigo, el Styler se retiró de su trance lentamente; todos los violines de su mente se apagaron para volver a la realidad.


                Virgo salió de su escondite para admirar a la distancia el combate que se estaba por realizar. Detrás de ella, todos los éxiles de todas las generaciones. La expectativa era tal, que sus almas pudieron volver un día más, para ver el último combate de esta intensa guerra que llevaban a cabo. Cáncer la tomo en brazos, en un gesto de ternura infinita.


                La mano de Cyd comenzó a llamear en cámara lenta, una pequeña chispa que nunca antes se había visto, un núcleo de energía y poder que aumentaba de tamaño levemente. La sonrisa del éxile, característica de expectativa no demoraría en llegar. Luego solo quedaría un dialogo de despedida en caso de perder, para terminar de una vez por todas con la guerra.


                El único árbol que quedaba en la ciudad, ondeaba su última hoja. Que se fue desprendiendo anunciando el comienzo del invierno. Lentamente fue ondeando para quedar, irónicamente, en medio de ambos. Al caer, fue desintegrada por el poder de ambos titanes de la historia bélica.


                No hubo gritos, no hubo diálogo. Ambos tomaron ese detalle de destrucción final, como que la tierra aclamaba el comienzo de la batalla.


 Cyd corrió velozmente sin titubear ninguno de sus pasos. Ya conocía la respuesta interna a su pregunta. Él era quien debía matar a Sagitario y hasta allí llegaba él, una acometida suicida en la que dejaría lo poco que quedaba de su instinto animal. Lo poco que era él, por el bien común de todos. La primera vez que luchaba por algo que no fuera solo “sus motivos”.


                Sagitario lo esperó, con su guardia en alto y su sonrisa desvaneciéndose poco a poco. Esa sonrisa casi de ternura, que transformaba al dios en diablo, en mártir. Con esas pocas pisadas de distancia ambos dejaron que sus mentes perecieran para dejar lo único que les haría vencer. Sus ansias de victoria.


                Ambos puños se cruzaron y explotaron en un destello sonoro, como el anuncio del comienzo de una guerra. No era una simulación, era el destino de todos en los puños de los dos más fuertes.
                

1 comentario:

  1. Te falta saber quién es K'un... "ella" siempre gana... siempre!

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