1.
Miraba
el cielo que ya no tenía más color, aunque nunca había tenido mucho para él.
Comenzó a caminar dirigiéndose a esa puerta gigante. Sentía presencias, algunas
sorprendentes, otras simplemente estaban allí. El decorado del equilibrio
propio de lo real. Los fantasmas de sus propias preguntas caminaban junto a él.
Era divertido, le gustaba esa sensación de paranoia que repentinamente le
atacaba. A pesar de todo, sabía que iba a tener que mantenerse serio. Había en
especial dos presencias que; o su percepción le mentía o bien tenían un poder
tan grande que apenas sentía la grandeza del mismo.
Tragó
saliva y quedo enfrente a la puerta… Ahora era el momento de ser quien
realmente debería ser, en un supuesto caso. Contaba con la seguridad de tener
las principales ciudades de su dimensión en sus puños; sus manos cargadas de la
sangre de quien sabe cuántos rivales. Era un héroe a fin de cuentas, le haría
honor o no a su leyenda. Tampoco era algo que le importara.
Atravesó
la gigante puerta con una nueva resolución y cierto pesar en sus pasos ya
antiguos. Irguió su espalda y mantuvo una expresión de póquer. Se sentía
observado y, no había nada de mentira en esto además. Los ojos de unas cuantas
personas estaban clavados en sus pasos, en su mano que comenzaba a llamear por
su tensión. Se sentía incomodo, demostrarlo era impermisible.
La
única persona que si colmaba su vista, era un individuo de casi dos metros.
Gran porte… Casi medieval. Su mirada se mostraba conforme junto con su sonrisa,
parecía hasta contento de tenerlo allí. Era evidente que habían sentido su
poder, no creía ser el único ser humano con esa habilidad tan poco común.
Repentinamente se detuvo, dejando que una docena de individuos que también
portaban armaduras como la suya, quedaran expuestos.
Tomó
una bocanada de aire y cerró su puño, el que llameaba. Dejando una pequeña
estela de flamas en miniatura desaparecer con el oxigeno ya aspirado. El de
armadura majestuosa dio un paso adelante para tener la palabra.
-Cyd
de Ofiuco, un placer conocer a alguien que genera tanta intriga- dijo él con
voz fuerte y sabia. Palabras justas para dejar que el silencio le otorgara al
nuevo una respuesta o duda.
-¿Quién
eres?- indagó Cyd, en vistas de no tener nada mejor en mente, pensó en la
presentación propia del individuo “intrigado”.
-Cáncer,
ese es mi nombre. Soy el creador de la constelación de Cáncer, además de tutor
para los éxiles actuales. La éxile actual de Cáncer es ella- señalo a una chica
de mediana estatura y ojos vidriosos que se ocultaba de la mirada llameante del
fénix. –Agus de Cáncer- terminó el cáncerino nuevamente otorgando un silencio
incomodo.
-Así
que eres la cabeza del rey. ¿Cierto?
-Se
podría decir que sí- admitió el ya (mostrando sus verdaderas facciones)
veterano éxile. Dio un par de pasos hacia atrás y se sentó en una silla,
irónicamente con aspecto de ser un artículo de la realeza. –No obstante,
tampoco es que mi presencia aquí sea la victoria de esta guerra que tenemos por
delante.
-Contra
los Stylers, ¿cierto?- cogió a todos por sorpresa, incluso a la chica delgada
rubia que recién había aparecido. Con rasgos nórdicos y una armadura también
majestuosa. ¿La mujer del anciano?
-Por
supuesto, ya has tenido la experiencia de la batalla contra uno. El Styler de
la luna. No alguien demasiado fuerte si me permites decirlo- Cyd no iba a caer
ante un tanteo tan infantil, sonrió por su parte para devolver la ironía del
comentario. -Incluso con ese detalle, ha sido un acto magistral. Has
sorprendido a todos los enemigos surgiendo debajo de las cenizas de tu propia
perdición. Una idea muy inteligente la de usar tu propia luz como arma,
¿cierto?
-Vale,
¿cuánto tiempo has estado espiándome?- fue directo al grano esta vez el éxile y
Cáncer por primera vez, sonrió de forma autentica.
-¿Qué
importancia tiene? Tú has superado la primera prueba de esta batalla, nadie
conoce la duración exacta de ella.
-Tú
si lo sabes- contesto Cyd, seguro de su respuesta.
-Vaya,
¡Un prodigio en los éxiles!- exclamó blondie con su acento propio europeo. –
¿Hacía cuanto tiempo que no teníamos uno de estos?
Cáncer
se levanto solo para acariciarle el rostro y sonreír. Estaba de acuerdo con
ella. Le concedía el primer asalto al ofiucano. No obstante, no por esto Cyd
sabía todo lo que respectaba a lo real. Solo le había visto la cara a su
enemigo una vez. Tendría que hacerlo muchas veces más para poder igualar una
conversación con alguien de tanta sabiduría como él.
-Mucho
tiempo, demasiado. Pero, ¿sabes? Va siendo hora que empieces a socializar con
gente que si te compete. Para entender un poco más con quien compartiras tu
espalda a partir de ahora- dicho esto, se esfumo como si nunca hubiera estado.
Todos los éxiles se mostraron sorprendidos. Excepto dos, Cyd por parte propia y
el otro de gran poder a pesar de su jovialidad.
No
había desaparecido, se había movido lo suficientemente rápido para romper la
imagen de la realidad. Por lo tanto se había vuelto “invisible” por una
fracción indeterminada de tiempo. No era nada que a alguien de tal velocidad
como Cyd, le cogiera por sorpresa. Le sorprendía el otro chico, que seguía la
misma trayectoria que él con la mirada. La ultima dirección conocida de su
“tutor” antes de desvanecer su aura.
Giró
su cuerpo solo para ver la mirada de muchos y de nadie, clavada en él. Un
momento incomodo pero menester, intentó buscar las palabras precisas para
empezar un dialogo, aunque muy difícil le fue. Por otra parte, el chico que
tenía intrigado a Cyd, avanzó un paso, para ofrecerle su mano. Tenía el cabello
como si fuera una melena, al igual que él aunque lo llevaba mucho más prolijo
que el ofiucano. Su mirada cristalina de color jade, estaba analizando a su
compañero de forma minuciosa, con un talento zorrino innato sin dudas.
-Max
de Libra. No esperábamos que apareciera uno nuevo. Ni bien- señalo a la única
persona que Cyd, sí conocía- Kaisha nos lo ha advertido todo el tiempo- termino
con cautela.
Podía
sentir el dragón que era el aura de Max, incluso a través del saludo formal y
sincero que mostraba. ¿Intentando impresionarme?, Cyd acepto la mano y dejo
fluir su aura, que no era tan fuerte, pero contaba con algunas facultades que
no tendría problema en enseñarle personalmente al maldito ególatra. Pero, lo
cierto era que él, asumía que el líbrense sabía de que hablaba. Los ojos de
esté, destellaban en su sabiduría propiamente dicha, era explicita además y no
parecía haber problema alguno con la demostración, salvando el reto propio de
las sonrisa.
Algunos
éxiles se presentaron, muy por arriba. Otros se retiraron luego de decir sus
nombres. Solo Kaisha y la cáncerina aún con “miedo” quedaron al lado de él. Por
fin Cyd se tomó un segundo para ver lo que le rodeaba. Era un salón enorme
completo con las mayores maravillas creadas por el ser humano, pero
reproducidas. Era casi como un duplicado. Él recordaba las pirámides en Egipto
de su batalla contra el antiguo Dios Khan. Por lo tanto, era un duplicado sin
dudas.
-En
realidad. Estas son las originales. Las otras están hechas a escala mucho mayor
que esta- le respondió la pregunta mental a él Kaisha. Su fiel compañera en
aquella batalla.
-¿Segura?
-Cien
por ciento. ¡Vamos Agus!, presentate- dijo la famosa Éxile de Virgo haciéndose
a un lado de la chica.
Cyd
miró a la chica con curiosidad. Pero también, aprovechando su miedo para
imponerse. Así cuando hablara con las otras chicas (que eran 4) tendría algo
para decirles sobre él. No tanto pensando en ser “el galan” del cuarto, más
bien pensando en ser alguien que sorprendiera de entrada.
-Cyd,
no seas tan agresivo. Ella apenas comparte palabra con nosotros. Intenta
mostrarte más amable.
Notoriamente
algo del discurso de Kaisha activó a Cyd. Porque repentinamente sonrió de forma
amable, poco normal en él; y le dio la mano profiriendo su nombre con palabras
sueltas. Creando una especie de confianza.
-Agus
de Cáncer- se presentó ella con una mano temblorosa que Cyd tomó con delicadeza
ante la sonrisa de Kaisha.
Kaisha
continuó con la demostración por el palacio éxile, largos metros de baldosas de
mármol y preciosas piedras de valor incalculable rodeaban las paredes, tras
pasar por los cuartos y cruzar un par de miradas con alguno de los compañeros,
quedo detenido percibiendo la agresión de la mirada de una persona en
particular. Sus ojos se cruzaron unos segundos largos, la mirada de esta
persona venía acompañada de un cabello perfectamente lacio y un cuerpo
escondido detrás de su armadura, sus manos delataban que era una mujer, pero
contaba con una armadura muy masculina, demasiado.
-Ella
es Lore de Capricornio- dijo Kaisha sin mirar en ningún momento de quien se
trataba esa mirada que intrigaba a Cyd. –Es la persona más salvaje que tenemos
aquí, como también quizás la más comprensiva, tiene un sexto sentido que le
permite ver qué sucede con la gente en su entorno, invaluable habilidad he de
decir- termino Kaisha dejando muchas conclusiones al respecto.
Cyd
seguía con la mirada clavada allí, en la sonrisa de esta chica que escondía su
cuerpo en una armadura demasiado poblada, pero algo había aprendido en su vida
sexual. Giró su cuerpo y se retiro de allí con mil ideas en la cabeza, era
sumamente intrigante esa chica, sacarle la armadura y conocer la tez que estaba
allí debajo…
Al
final de la exposición Cyd se percato que la mansión éxile no era otra cosa que
la vida perfecta, tenían todas las cosas que se podían pedir, excepto la luz
del sol y la oscuridad de la noche. Cosas que igual eran fundamentales para la
existencia, no había nada como un buen amanecer o algo tan bello como ver la
lluvia en un anochecer de invierno dentro de un hogar calido. Hogar… Curioso
pensó.
-Bienvenido
Cyd- dijo una voz lejos de su cabeza trayéndolo al mundo de nuevo.
Se
había dormido, no sabía por cuánto tiempo, abrió lentamente los ojos para
frotárselos y ver una comida ya servida que una persona adulta le estaba
dejando. Sacudió su cabeza para tener completa nitidez de su mirada y largo un
escalofrió. Él, el mismo éxile que tenía esa aura gélida que mostraba una gran
agresividad, estaba allí, destruyendo su comida en su cara.
-¿Qué
haces?- indagó Cyd parándose más rápido de lo que le hubiera gustado.
La
mano gélida de este chico estaba en posición de ataque al lado de su cuello y
su sonrisa era devastadora, como la de un reptil listo para la caza. Por esto,
Cyd no se sorprendió al percibir el aura de esta persona, una culebra gigante
de color grisáceo, casi al mismo nivel de poder que el chico Libra.
-Tú
no perteneces aquí, solo te lo estoy dejando claro, ¿qué?- preguntó con su voz
que parecía largar halitos de niebla helada. -¿Piensas hacer algo?, ¿con ese
nivel de poder?, ¡No me hagas reír Ofiuco! Sí venciste a un Styler fue por pura
suerte, estoy seguro.
La
mirada de Cyd cambió repentinamente y alerto las pupilas del joven que se alejo
un paso. Un fénix gigante salía de la espalda de ofiucano y la sonrisa del
portador no demoraría en aparecer.
El
calor y el frio se estaban enfrentando, un combate legendario entre la
serpiente y el fénix que acompañaba la balada de muerte que ambos escuchaban en
sus cabezas. Sonreían los dos, aunque no pudieran avanzar por el miedo que se
tenían continuaban allí con sus miradas firmes. Una silueta se interpuso entre
ambos para detener el flujo de auras que comenzaba a sorprender a los testigos.
-¿Qué
creen que hacen?- indago una voz vigorosa detrás de unas alas. Las únicas alas
éxile, las del éxile de Sagitario.
-Él
destruyo mi comida…- comenzó a decir Cyd antes de percatarse lo inmaduro de su
argumento, ese era el truco del chico. Mierda.
-¿Por
eso tal demostración de poder?, me sorprende Cyd, se supone que eres un chico
prodigio. Virgo mismo lo ha dicho- dijo el éxile de Sagitario para dirigirse
enseguida a su contrincante que le sacaba la lengua en tono burlón. –Y tu
Warner, ¿Por qué has hecho eso?
-Todos
sabemos que el número trece es de mala suerte. Solo me quiero asegurar que él
también lo entienda, si nos va a hacer perder la guerra un idiota, prefiero que
sea por mí antes que por llamita- terminado de decir esto se retiro como un
adolescente seductor, con pasos largos y casi acompasados con una realidad
alterna a esa.
Cyd
era consumido por los ojos de sus compañeros, todos le miraban tanto con
curiosidad como con duda. Había funcionado la idea de ese tal Warner y él lo
sabía, largo un bufido y se retiro de nuevo a su dormitorio para que le dejaran
solo. La única respuesta a todo lo que el éxile rival había empezado, era una
batalla. Su gran fuerte, donde le patearía el trasero, no creía que Warner
fuera tan inteligente para percatarse de la realidad del asunto, pero él sí
había notado el miedo en la mirada del enemigo antes de retroceder. No había
sido para medirlo, había sido miedo autentico y del puro.
-No
te preocupes por él, es un cretino pero es uno muy fuerte, de hecho él solo
puede contener los golpes de los otros doce éxiles- comentó Kaisha sentándose
al lado de él. -¿Puedo?
-Adelante,
parece que la moda va a ser interrumpir mis pensamientos.
-No
vas a poder vencerle- dijo Kaisha dejando frio a Cyd que miro de forma ágil a
su compañera de charla.
-¿Qué
dices?- contestó de forma instintiva él.
-No
podrás vencerlo, es mucho más fuerte de lo que parece y tiene un canal de poder
demasiado alto para que lo puedas equiparar, sabes que solo te digo la verdad
querido.
-¿Realmente
crees que no voy a poder vencerlo?- pregunto Cyd un poco desanimado mirando el
techo luego de reclinarse en la cama.
-Me
gustaría que pudieras, pero créeme. Es un hueso duro de roer, lo he visto
entrenar y es mucho más exigente que tú en muchos aspectos.
Cyd
analizó la respuesta en silencio y se quedo allí un largo rato hasta que Kaisha
decidió que había dicho lo suyo y se retiro. Con qué… ¿No voy a poder vencerlo?
Pensó él apagado ante un golpe de moral que no esperaba. Si había alguien en el
mundo capaz de depositar su fe en él, era Kaisha y le dio la espalda hacia unos
momentos.
Paso
hambre lo que quedaba del día, no se levanto y permaneció en estado de
meditación más de lo debido. Solo una persona apareció en su dormitorio para
ver como estaba, Max de Libra. Quien estuvo parado con la espalda en el marco
durante todo el rato a la espera de un dialogo del éxile que no llegó en horas,
obligándolo a marcharse. Aunque esto… No era del todo cierto. Max y Cyd habían
estado meditando juntos, se habían entendido y dialogado lejos de lo que los
humanos consideran posible. Un dialogo dentro de sus mentes creados por la
necesidad de una confidencialidad que el ofiucano no creía contar.
A
la noche, al menos eso creía, se despertó y llegó a la sala principal. Donde
estaba solo una persona, perfecto.
-Buenas
noches- dijo él para acto seguido sentarse.
-Técnicamente
en mi dimensión ahora sería de día. Pero, buenas noches Cyd- dijo ella
sonriéndole amablemente.
Lore
de Capricornio, la éxile que más le intrigaba de las cuatro, que al menos a
tres ya las conocía.
-Eres
una persona espectacular. Eso lo puede ver cualquiera, pero eres más débil de
lo que te gustaría ser. Tienes un nombre pero no sabes quién eres en realidad.
Deseas golpearme pero no lo haras porque te atraigo demasiado para eso. ¿Algo
más me estoy perdiendo?, algo me ocultas, muy dentro tuyo, tan dentro tuyo que
es imposible que lo pueda ver, con eso te has ganado mi respeto- dijo ella sin
dar pausa y sorprendiendo a Cyd en todo momento.
Le
había leído todas sus reacciones además de lo que pensaba como duda existencial
propia. Pero, algo se le escapaba, ¿por qué?
-Eres
mejor de lo que dicen entonces- contestó él haciéndose el indiferente.
-Lo
sé, no debes temerme. No soy Warner para atacarte, a mí en lo personal solo me
interesa vencer a alguien.
-¿Ah
sí?
-Sí,
la única persona que realmente me ha hecho daño en la vida- admitió ella y
salió de la penumbra de esa esquina para mostrarle a Cyd su verdadero cuerpo.
Delgada y con tez morena acompañada de unas curvas delicadas, casi infantiles.
Estaba en ropa interior.
-¿Qué
ha hecho?
-Tendrás
que esforzarte más que eso para poder obligarme a responder, Cyd- respondió
ella fríamente y él aceptó la invitación partiendo desde el silencio.
Minutos
que fueron arduos y cargados de miradas, él estaba vestido con ropa de cama. Un
pantalón viejo que aún conservaba su estilo y una negra lisa. Sus pertenencias
habían llegado ahí porque su propia aura transportaba sus cosas de forma
dimensional. El transporte perfecto, sin cargas ni pesos, todo aparecía donde
él lo precisara. Tal cual el Styler había dicho… Qué extraño que ese Styler
supiera tanto de la base pensó Cyd.
-En
verdad, es extraño- dijo Lore rompiendo el silencio.
-Vale,
¿puedes dejar de leer lo que pienso?, gracias- respondió Cyd algo furioso.
-Si
así esperas caerle mejor a la gente, te vas equivocando de camino. Eres el
nuevo aquí, no nosotros. Recuerda eso- contestó ella nuevamente con ese tono de
frialdad.
Cyd
respondió con su pulgar y volvió a su mente, a una época donde no tenía ningún
prejuicio de ningún tipo, donde solo sus decisiones importaban. Poco entendía
él que estaba haciendo pero su situación tampoco parecía mucho más prometedora.
La sonrisa de Lore le seguía consumiendo la cabeza y la vista, tenía ganas de
arrancársela, no podía estar allí mucho más tiempo. Recogió entonces lo que le
quedaba de su dignidad y se fue de allí, ignorando el llamado de su ahora
compañera éxile, su cuerpo y puños temblaban en un ataque de convulsiones de
tensión, sus poros no paraban de expulsar un sudor frio que solo era frenado
por su furia, algo incontrolable debido a su inmadurez y a su corta edad
(diecinueve).
Atravesó
un pasillo de dimensiones gigantescas, creado sin duda para una persona con el
triple de su composición física, cubierto de un amurallado de rocas antiguas,
piedras preciosas de guerras paganas que él no llegaba a comprender gracias a
su inestabilidad.
Había
solo un lugar que podría brindarle calma y él lo sabía, el planetario. Mirar
esas estrellas deleitándose de los colores que apenas si lograba distinguir,
era más bien el acto de admirar la paz de la oscuridad absoluta, como algo tan
tenebroso y siniestro podría llegar a ser algo tan necesario para alguien,
mucho más para alguien con su postura y dudas. Era un momento de reflexión y
solo llevaba un día allí, millones de dudas colmaban en su cerebro ideas que no
era ninguna buena, incluso enfrentarse a Warner parecía prometedor.
Cuando
abrió la puerta estuvo a punto de retirarse al verla, ¿qué hacía allí? Era muy
entrada la noche y ella no era más que una niña, lo había visto incluso en su
cuerpo, no podía ser que todo le saliera tan mal. Caminó con lo que le quedaba
de aliento, estaba ahogado en su más interno vigoroso, era mucho lo que se
debía preguntando y era más prudente aguantar un poco la presencia de alguien
que incluso ni siquiera le preguntaría algo.
Se
sentó al lado de ella y la admiró solo un segundo, ella estaba buscando algo en
el cielo estrellado, que eran millones de planetas que los rodeaban, el
universo entero dentro de un dormitorio. Rodeaba sus piernas con sus brazos en
un gesto tímido y evitaba la mirada del éxile herido. Él por otra parte sacó un
cigarro sin prestar atención a si esto molestaría a la chica y prácticamente se
lo fumo en un par de pitadas. Fue solo cuando lo termino que ella le brindó la
palabra.
-Ahí
está- dijo con una voz melódica infantil.
-Sí-
dijo Cyd y sonrió, eso podía concederle. Había señalado ni más ni menos que la
figura del portador, Ofiuco.
-¿No
te parece hermoso esto?
-Sin
dudas- contestó largando la pitada de humo del segundo cigarro que se encendió,
le daba más tensión incluso hablar con la única persona que se había mostrado
amable con él, salvando la que ya lo conocía. –De todas formas tú tienes un
poco más de suerte que yo.
-¿Por
qué?- indagó ella alzando las cejas en gesto de incredulidad, no podía decirlo
en serio, de momento era la elite éxile Cyd.
-Porque
tu puedes admirar esto y nadie tiene ningún prejuicio hacía ti, yo vengo de un
lugar donde debía demostrar todo lo que hacía y ahora encima tengo que
demostrar lo que soy… ¿Adivina qué? NO LO SÉ- respondió casi escupiendo de
rabia.
Había
sido demasiado duro y tampoco era que le importará mucho, ella se mostró
ofendida enseguida o más bien indignada en no tener nada que decir. La
conversación se concluyo y ella con suma agilidad felina se liberó de pasar más
rato que no deseaba allí dejando a Cyd solo.
Él
solo arrojó su caja de cigarros y volvió a su dormitorio, ahora si admirando
los detalles del camino para no perderse, el pasillo interminable de piedras
preciosas, el eterno camino del pecado o eso parecía ser, donde un espejo
reflejaba todo lo malo que se había hecho. Sonrió ante lo karmatico que esto
resultaba en su situación y se lanzó en la cama como un luchador al llegar.
Primer día, ya estaba muy agotado para recordarlo como algo vivido.
Se
despertó casi tan mareado y con la misma paranoia de la anterior vez, con un
cartel escrito en la puerta de su dormitorio, lo que implicaba que además le
habían ayudado de alguna forma o alguien debió haberlo visto pasar. Había tres
dormitorios que dividían el de Acuario con el de Ofiuco. El de Piscis, el de
Tauro y el de Géminis. Él no era de poner las manos en el fuego por nadie, pero
dudaba que fuera Géminis, le había escuchado hablar consigo mismo básicamente
toda la noche, la éxile de Tauro tal vez podría ser, era más una grupie de una
pelea que una Éxile; Aunque claro… Eso se podría ver en un combate. El último
que quedaba era del de Piscis, ese sin dudas había sido culpable, eran incluso
amigos de constelación si se ponía religioso.
¿Iba
a dejar que lo humillara de esa forma?; ¿Tanta fe se tenía en un combate?,
debía estar loco si deseaba luchar contra él, lo estaba deseando y solo era la
primera mañana que pasaba allí. Por otra parte actuó de forma madura, evitando
mencionar el suceso cuando llegó al comedor revestido de madera y baldosas que
bien podrían darle aspecto a tablero de ajedrez al dormitorio.
-¿Te
gusta la idea?- indagó Max cortando el silencio duro que habían creado los
compañeros viéndolo llegar.
-¿Cuál?
-La
del suelo de ajedrez, le puse mucho empeño a ese detalle, me gusta el ajedrez,
¿a ti no?
-No
soy muy bueno con la estrategia- dijo y le guiño un ojo a la única persona que
si lo conocía, Kaisha sonrió levemente.
-Oh…
Ya veo, disculpa entonces, no hay mucho para comer dado que no soy un buen
cocinero, lo he hecho lo mejor que he podido.
-Bueno,
te agradezco la hospitalidad en esta cueva de culebras- dijo él y Max sonrió
levemente con gesto aprobatorio.
Warner
miró de forma incrédula al éxile que pasó a tomar un lugar solo en la mesa,
¿con que quería guerra? Dejó lo que merecía para luego de la comida, mientras
tanto prefería disfrutar de ese estofado de verduras, no estaba nada mal además
pensaba mientras sorbía de su tazón de sake con una sola mano.
Warner
sentado como observo Cyd, ocupaba aproximadamente lo mismo que dos éxiles, tenía
casi su altura además. Iba a ser un oponente durísimo pero bien podría darle
una paliza allí mismo, dentro de una cocina que ocupaba casi lo mismo que un
apartamento. Era su mejor opción y él lo sabía, luego de hacerlo ya tendría el
respeto de sus compañeros. Pero, ¿sí era más fuerte que él efectivamente como
Kaisha decía?, le patearía el trasero en publico y nunca más se recuperaría de
esa humillación, lo mejor era esperar a que él fuera a por el combate, ya que
siempre había sido igual. Lo buscaban para combatir y a Cyd, le gustaba eso, le
daría caza a esa serpiente de documental barato.
La
comida transcurrió en un silencio incomodo dividido en dos grupos, ante la
mirada herida de la mayoría y con gran sorpresa. Agus, Lore y Max se sentaron
junto a Kaisha que casualmente estaba sentada junto a Cyd, sin conversar con él
claro, eso sería un suicidio. Nadie quería empezar el pandemonio excepto ellos
dos que no paraban de mirarse, compitiendo en la comida, como lo harían con
cualquier otra cosa.
La
valentía venia de parte de Cyd, el que pagaba derecho de piso, el que sin dudas
no conocía a Warner, quien ya tenía un lugar con los grupies, incluso el líder
éxile. Solo tres personas se mostraban distante, admirando la situación en
silencio listos para detener la lucha cuando se diera lugar.
A
Cyd le molestaban tres cosas. La primera: Todos sabían que había pasado,
incluso Kaisha, lo que la hacía tan cómplice como todos los demás aunque
estuvieran allí “de su lado”. La segunda: La puta sonrisa de reptil que mostraba
Warner en su boca cada vez que probaba un bocado, tentándolo a que lo golpeara
¿quizás?
La
tercera era la peor y no la admitiría aunque se la intentaran sacar a golpes:
¿Podría vencerlo? Él quería creer que sí, pero ahora que lo tenía de frente y
admiraba la corriente gélida de su “rival”, no estaba tan confiado ni tan
seguro, por otra parte él no era una persona particularmente cobarde, más bien
era tan valiente e instintivo que había causado muchos combates innecesarios,
incluso el que lo había traído allí. Caminar con la armadura, Dios ¡menudo
idiota!
Había
aprendido su lección, como una bestia amansado ante su señor feudal que era su
destino. Mascaba la comida, con calma y cuidado mientras tentaba la suerte de
su próximo enfrentamiento que tan inevitable parecía. Su sonrisa lo acompañaba
de forma irónica, la sonrisa de un depredador frente a la gélida de un reptil.
Hubo
un punto en el que los éxiles prácticamente desearon que la lucha se diera de
una vez, la tensión de comer en un silencio sepulcral, cortado solo por lo
natural era demasiado. Incluso Kaisha ponía los ojos en blanco ante la
inmadurez de su compañero que achicaba una situación de proporciones épicas.
Los lados del duelo parecían haberse sentenciado aunque más que nada era por un
tema de lealtad absurda. Hasta donde ella entendía claro.
Para
sorpresa de todos Cyd; Quien termino primero, se levantó y dejo su plato en la
losa para continuar con su día, sin dejar de sonreír a su enemigo hasta que
abandono el lugar, allí el dialogo volvió a la normalidad como un suspiro de
realidad que repentinamente aparecía para sonreírles una vez más a los
valientes.
Cyd
no estuvo en los alrededores y nadie más lo vio hasta la hora de la cena,
apareció allí como si nada hubiera sucedido y esta vez sí, nadie sabía donde
había estado su compañero. Warner lanzó un bufido de provocación que no fue
bien respondido. El silencio esta vez, fue más grande.
Al
despertarse, vio que Warner nuevamente había hecho de las suyas. Sonrió
mientras pitaba el cigarro con las manos ocupadas en jugar con una pelota de
goma. Era un cobarde entonces, no quedaba otro criterio de respuesta para
mencionar como el dormitorio pintado de forma precaria, mostraba en ello una
firma tajante para que se fuera.
Sonrió,
ya había tenido el duelo necesario, ya no era menester referirse a esta
situación como algo que tuviera que afectar su compostura psiquiátrica. Caminó
por el pasillo lúgubre mientras escuchaba el sonido del silencio y su propio
pulso palpitando con fuerza… Tal vez hoy sí pensó.
Entro
a la cocina con calma y tranquilidad, las mismas personas, el mismo ambiente
tenso, nada que tuviera que alterarle. Warner continuaba allí, con esa sonrisa
de reptil que no hacía más que acusar un ataque que no llegaría, era de sangre
fría, debía ser un cobarde de primera.
Esta
vez Cyd fue más frio, también fue bastante más maduro retirándose antes de que
la presión fuera insostenible para sus compañeros. El combate era algo
inevitable y él se encontraba cada vez más seguro de que iba a precisar estar
en forma. Warner le ganaría, esas palabras daban vuelta en su cabeza como ese
momento de nuestras vidas en el que vemos las fotos de todo lo que vivimos.
Warner le ganaría, era muy poderoso incluso era menor que Cyd, pero algo de su
confianza estaba equivocada, no lo tomaría por idiota.
-¿Por
qué no combates contra él y ya?- le indagó una voz que ya conocía, la misma que
le alteraba en sus recuerdos.
-Tú
has dicho que perdería- respondió Cyd sacando un cigarro y encendiéndolo.
-Y
lo harás, pero prefiero verte luchando que pensando. Tú eres un luchador
querido, tú luchas, no eres un pensador. Gracias a que eres un luchador estamos
aquí, estas aquí- dijo Kaisha y él sonrió con un dejo de nostalgia de aquella
batalla final que tuvo, la última vez que tuvo que esforzarse tanto se había
vuelto el dueño de una constelación. ¿Sería el mismo nivel de esfuerzo contra
Warner? Si sería el mismo coraje que lo arrastraría por el abismo de la
realidad para chocar con el suelo agrio de la esperanza.
-¿Ves?-
le contesto ella y le señalo a su espalda. Él giró su rostro y quedo
sorprendido. –La misma llama de vida, la misma esperanza que permite al fénix
volar. La mismísima vida flameando en tu espalda. Como te dije, tú eres un
luchador, no un pensador. Ya solo imaginar una pelea te llena tu cuerpo con una
adrenalina tan pura como la luz. Es por eso que estamos aquí, para saber
realmente hasta donde podemos llegar.
-Es
cierto, en nuestra última batalla… Yo llegué a mi limite- contestó Cyd atento a
su propio reflejo como si fuera la primera vez que lo viera realmente. –Yo
sabía que no podía más, pero al llegar, supe que podía empujar un poco más y un
poco más y un poco más. El resto está en las noches.
-Entonces
no te sientas inseguro si ganaras o perderás. El resultado no va a afectar la
visión de nadie, cada uno tiene las mismas dudas que tú y es por eso que la
mayoría puede comprender. Además- le guiñó un ojo. –Todos sabemos que Warner se
está comportando como un autentico imbécil contigo. Incluso justificado-
termino alejándose.
Cyd
no pensó en una respuesta que no iba a existir dentro suyo, tampoco era de
agradecer, esto le saco una carcajada. Su vigor estaba renovado y eso era algo
que solo lo podía hacer alguien que lo conociera muy bien, su sonrisa se
ensancho mientras sus pasos comenzaron a avanzar en intensidad. Llegó a su
dormitorio y recordó la última rutina de entrenamiento que había hecho, para
así recrearla y crearse una falsa seguridad que; De tener que combatir esa
misma noche, estaría ligeramente preparado.
2.
Durante
los días siguientes Cyd dejó de mostrarse “maduro”, ya no tenía sentido ignorar
las provocaciones tan evidentes del acuariano. Asusto a todos el martes de la
semana siguiente (haciendo solo cuatro días que estaba allí) al sentarse al
lado de su “némesis”. Las miradas transcurrieron entre ambos a apenas unos
centímetros, no paso nada. Los éxiles empezaron a creer que seriamente nada iba
a suceder y era solo un disfraz de ambos.
Lycario
llegó a rumorear aburrido un día en una conversación intensa con Kaisha y Max
que ellos estaban en un duelo por el liderazgo, que los que decidían la verdad
eran los testigos que actuaban de forma democrática en el asunto. Estaba muy
borracho, fue la decisión de los dos, ambos; Los únicos que sabían la verdad
del asunto. Kaisha por lo menos lo tenía claro, Max lo suponía pero ya había
demostrado que equivocarse no parecía estar en su naturaleza.
Max
de hecho no había hecho otra cosa que observar la situación, desde la llegada
de Cyd se le veía muy inquieto, perdiendo así gran parte de su infantilidad
habitual. Separandose de los dos “infantes” de los éxiles, Agus y Lycario. De
ahí venía la gran broma racista de Warner: “Uno mantiene relación con quien
puede”. En los mayores, los más intrigados y sabios de entre los trece éxiles,
causo una explosión de risas. En Cyd también que respondió con otra sutileza:
“No ofende el que quiere, ofende el que puede”.
Este
silencio fue la gota que derramo el vaso en la relación de ambos. La lucha de
Warner por mantenerse coherente la mayoría del tiempo y no arrojarse encima de
su compañero se notaba cada vez más y no faltaba mucho para que todo explotara.
Esto
no le importaba a Cyd, que recién se levantaba de su primera semana dentro del
Pandemónium. Sus días eran largos y continuaba esperando el llamado a una
misión, algo que no debía demorar mucho más si fuera necesario.
El
problema real era que Warner estaba comenzando a ser demasiado fastidioso, a él
no le importaba claro, pero a sus compañeros les estaba haciendo la vida
imposible. Tendría que darle un par de puñetazos o algo por el estilo para
calmarle los aires, él también era bueno y esa seguridad estaba creciendo con
los días. Si no, ¿porqué Warner había demorado tanto en atacarlo?, ¿porqué aún
no lo había hecho?
Era
porque él también le tenía miedo, un miedo que Cyd le acentuaría a puñetazos.
Estaba todo decidido que no se podía demorar más, sería una idiotez demorarlo. Ese
día estaba dispuesto todo, no aguantaba más sin una buena pelea y si Warner le
vencía, abandonaba a los éxiles y listo, no era algo tan importante.
Este
cambió rotundo en la actitud de Cyd se dejo notar desde el principio, en la
comida se apartó de todos sus compañeros y quedo en un rincón, solo… En
penitencia. Sin sacarle los ojos de encima a Warner dejándose fluir por su
propia aura, una actitud provocativa que no se le escapo a nadie.
Warner
por otra parte también se mostraba más motivado, el calor del aura de Cyd
parecía dejarle ser y su sonrisa de reptil no demoró en mostrarse. El silencio
rodeaba la mesa redonda de los éxiles hasta que el silencio se quebró de forma
brutal.
-Te
pateare el trasero- dijo Cyd dejando a todos sorprendidos.
Kaisha
fue quien quedó más sorprendida, Cyd no era precisamente de los que anuncian un
nocaut, pero ahora parecía muy decidido en su propia determinación, un llameo
extraño que rodeaba sus ojos parecía intimidarla a ella. Que era quien más lo
conocía, ya podía imaginar la reacción de los demás.
-Eso
crees llamita- contestó Warner levantándose y caminando hacia su enemigo en un
andar fulminante.
Las
miradas de ellos quedaron detenidas por centímetros y ninguno la aparto, Warner era una mole al
lado de Cyd que parecía mucho más agil, extraño para ser más alto que su
enemigo. Sus auras parecían llamear débilmente y eran apenas nítidas en sus
espaldas, el fénix que se encontraba agazapado y rodeado por la serpiente, tal
cual Cyd había querido que fuera.
Lo
inevitable comenzaba cuando Asbard tomó su parte de canalla y sugirió que
usaran el campo de entrenamiento, no era necesario destruir todo, solo había
que destruir lo necesario.
Ambos
aceptaron con una sonrisa y caminaron hacia el momento esperado en silencio. La
escalera llevaba a la luz de un nuevo destino. Cyd la veía distante, en un
nítido color grisáceo que parecía detener el tiempo de su mirada.
Los
ojos de ambos estaban clavados en algún lugar que en realidad era el terreno de
entrenamiento, un lugar de tan pocos recuerdos para los dos que a esta altura
escribirían una nueva historia que siempre recordarían. Uno de los dos saldría
victorioso, el otro humillado sin dudas, uno más humillado que el otro por
motivos obvios.
Se
detuvieron al mismo tiempo a metros de distancia y Cyd giró su cuerpo para
tener a su enemigo de frente. Ninguno de los dos llevaba armadura, era la
realidad del combate lo que se llamaba un combate de hombres.
-Solo
un idiota le confiaría su vida a un artículo de defensa. El combate de hombres
es a puño desnudo- dijo Warner y Cyd mostró un gesto de asentimiento hacia algo
que decía su enemigo por primera vez.
Los
éxiles se detuvieron a una distancia segura, dentro del palco donde algunos se
tomaban sus refrescos para reposar e hidratarse luego de un largo día de
entrenamiento, algunos sentados y otros de pie. Max estaba apoyado contra un
casillero admirando el combate verbal con los brazos cruzados.
-No
importa que seas mi compañero, no mostraré compasión ante alguien que acaba de
decir que me pateara el trasero.
-Te
gusta tanto el público, el lucirte que te venceré delante de todos, impondré mi
imagen de respeto aquí y ahora- dijo Cyd como respuesta mientras tanto empezaba
a flexionar sus piernas en pequeños saltitos que le aseguraban que aún no
estaba oxidado.
-Ya
verás la diferencia entre ser la elite nombrada y ser la elite real- contestó
Warner y sus puños se endurecieron con tal fuerza que el sonido hueco fue
quebrado al instante que daba un paso.
La
batalla comenzaba con esa pisada que los dejaba a ambos a unos centímetros y la
ansias en todos eran cada vez mayores en tanto el acuariano subía su guardia y
daba el segundo paso, el del golpe. Quebró su cadera y su hombro acompaño
perfectamente su movimiento en tanto su cuerpo se inclinaba levemente hacia la
derecha, era un puñetazo básico de buena postura. Era veloz, en eso coincidían
todos los éxiles, no faltaba mucha distancia para que el puño se incrustara en
el rostro de Cyd.
El
problema de ver algo, es que ver a veces es sinónimo de esquivar, bajo unos
buenos reflejos claro. Cyd sonrió a pesar de no haber subido su guardia en
ningún momento y esquivo el golpe con un movimiento leve pero rapidísimo de su
cabeza, una estela de su trayectoria quedo clara y la sorpresa de Warner se
repitió en el rostro de todos los éxiles, que enseguida miraron a la única
persona que conocía previamente al éxile. Kaisha mostraba un semblante
inescrutable, como una jugadora de póquer que alentaba a sus compañeros a
seguir en lo suyo.
El
segundo golpe de Warner no tardó en surgir de su zurda que agarró parte de la
gravedad para quebrarla en un golpe espiral. Cyd ni siquiera se mostró
sorprendido y esquivo el segundo, como también haría con el tercer y cuarto
golpe, así sucesivamente durante varios puñetazos que se hicieron ya monótonos.
-Es
muy rápido- dijo Agus rompiendo un poco el silencio.
-Lo
es, sí- admitió Max pero debía aportar algo más, era el cerebro de los éxiles
en ese momento- Igual no está haciendo alardes de sus habilidades, creo que
puede llegar a moverse más rápido aún- al decir esto todos giraron sus rostros
hacia él, excepto Kaisha que sonrió fríamente y cruzo sus brazos dejando
expuesto su escote. –Él está midiendo sus movimientos, intentando conocer el
tiempo de ataque de Warner, no quita sus ojos de los hombros de su enemigo, de
donde nacen los golpes. Es habilidad y mucha velocidad, puede vencer.
Era
el final que todos temían o en su mayoría, excepto los que si querían a Cyd
dentro de los éxiles. ¿Qué sucedería si Cyd vencía? Era inimaginable la
situación y muchos la temían con tal fervor que tal vez serian capaces de
atacar al ofiucano para darle a Warner la oportunidad de vencer.
El
problema llegó cuando Warner cometió un error, pisando mal el suelo de forma
tosca perdió su concentración y para cuando la recupero su rostro estaba
retrasado por un puñetazo que no pudo ver, pero tampoco sentir. Sonrió y se
lanzó con un derechazo al cuerpo de su enemigo y explotó en un crujir
fulminante.
Menuda
fuerza pensaron todos, sin dudas le había roto alguna costilla en ese impacto.
Algo que también mostraba el rostro de Cyd, el temor de que otro de esos puños
se incrustara en algún otro lugar más peligroso, se retraso y esquivo el
segundo golpe.
-¿No
tiene fuerza en sus puños?- indagó Max a Kaisha y notó como ella suspiraba de
impotencia.
No
tiene fuerza, no puede ser. Está perdida esta batalla para él, si no puede
golpearle se terminara cuando se cansé. Max giró su rostro y quedó más
sorprendido aún, la boca de Cyd soltaba sangre, otra demostración de la fuerza
de Warner. Había sido un golpe mucho más brutal de lo que se había prescenciado
y eso que había sido terrible de ver. ¿Qué has hecho Cyd? Se preguntó.
No
me puede dar de nuevo con esa derecha pensó Cyd mientras esquivaba, era de
conocimiento de todos que sus gambetas estaban entorpecidas del lado izquierdo
de su cuerpo, justo al lado del corazón le había dado. ¿Porqué no le he hecho
daño?
-No
pienses más tonto- susurro Max tan bajo que solo algunos, a favor del
comentario lo escucharon.
Estaba
pensando tanto que sus gambetas se volvían más lentas, sus movimientos más
pesados. El dolor le tenía aturdido, así parecía ser, era la oportunidad de
Warner que se lanzó nuevamente con el mismo golpe de derecha directo hacia el
corazón de su enemigo, para terminar de destrozarlo.
Cyd
se movió tan rápido que ahora a nadie le quedaba duda de su valentía, le azoto
con un golpe que imito un latigo y desapareció de la vista de todos para quedar
a espaldas de Warner. Era tan preciso el movimiento que poco importaba que no
le hubiera hecho daño, le había dado un golpe de moral.
Hasta
que se retraso y se hundió en su dolor cuando sus piernas empezaron a temblar.
¿Le ha golpeado? Se preguntó Kaisha por primera vez preocupada por el combate,
no ha recibido el impacto, hay algo más detrás de esto.
-Lo
has esquivado un poco tarde, ¿tan rápido pierdes los reflejos llamita?-
preguntó Warner caminando ciegamente hacia donde se encontraba Cyd.
Él
perdió su concentración y se abalanzó directo al combate, a la sonrisa de
reptil de su enemigo. El error que le costaría el combate, incluso pudiendo
esquivar el mejor golpe de su enemigo, lo que se conoce como infight era de Warner, donde la fuerza
era lo que importaba.
Esto
se notó también en el combate, a pesar que Cyd era ágil y continuaba esquivando
golpes con gran habilidad, si un golpe de Warner le rozaba apenas, su cuerpo se
retraía de dolor e incluso a veces gemía de dolor para volver al combate.
Tampoco medía las distancias y repentinamente se encontró encerrado ante un
muro.
Warner
recibió centenares de impactos de su enemigo, ninguno le hizo daño igual que el
picar de un mosquito, era tal la diferencia de fuerza que Cyd empezó a sentir
como la impotencia crecía en su cuerpo.
Cuanto
menos concentrado estaba, más golpes recibía, no aguantaría mucho más, nadie lo
sabía mejor que ellos, pero Max ya lo tenía claro también. Estaba decidido,
Warner había vencido en justa razón y se había ganado el respeto de todos sus
compañeros.
Los
impactos comenzaron a llegar y el rostro de Cyd comenzó a desfigurarse, ya no
respondía casi y era la oportunidad del acuariano, de humillarlo. Un gancho que
aseguraba su victoria para dejarle caer con toda la impotencia de no haber
recibido el último golpe mientras admiraba la espalda de quien le había
vencido, la victoria perfecta.
La
mirada de Cyd cambió y a la misma velocidad de siempre giró apenas su cadera
para lanzarle un golpe a la boca del estomago a su rival que lo cogió por
sorpresa quitándole el aire, a esa misma velocidad desapareció del rango visual
de su enemigo para caer sobre su rodilla izquierda al estar a una distancia
segura.
-¿Qué
ha pasado?- preguntó Asbard sorprendido.
-Algo
ha cambiado, está vez Warner si ha sentido el golpe. La determinación de Cyd,
¿quizás?- respondió Max mirando a Kaisha que tampoco parecía encontrar una
respuesta o tal vez lo disimulaba, seguramente fuera eso.
Cyd
de Ofiuco los tenía a todos sorprendidos, no quitaba su mirada del suelo y la
calima de su propia mirada le tenía entumecido, sus sentidos decaían y volvían
velozmente. Se sentía más fuerte que antes, como si pudiera vencer. ¿Voy a
perder así sin haberle hecho sufrir?, merece un golpe, uno que le dañé, es todo
lo que puedo hacer para retirarme con honor.
Su
cuerpo recuperaba su pose de pelea conforme Warner recuperaba su oxigeno, ¿le
había dolido? Imposible jamás antes le había dolido un golpe. Antes de poder
reaccionar y poder terminar de preguntarse qué carajo había sucedido, ya tenía
a Cyd de frente a él con su guardia en alto en un trote muy ágil, sin temor a
recibir un impacto. ¿De dónde había sacado esa valentía?
El
golpe exploto en la mandíbula de Warner y lo retraso unos centímetros, sintió
como sus huesos roían el pánico de sus palabras que no lograban salir. ¡Es tu
oportunidad le ha dolido! Se gritó Cyd a sí mismo y se abalanzó de nuevo con
una zurda bestial que reventó la sien de su enemigo.
Esta
vez era Warner quien retrocedía, claro que no era tan rápido como Cyd y esto
complicaba su retirada a un lugar seguro, donde pudiera volver al cuerpo a
cuerpo.
-¿Cómo
se puede mover así si hace unos segundos ni siquiera estaba respondiendo?-
preguntó Summun sintiendo un sudor frio en su espalda.
Era
la misma pregunta que se hacían todos, el golpe de Cyd que reventaba el hígado
de Warner y le hacia escupir sangre, su rostro había cambiado. Su respiración
había cambiado, estaba furioso ante tal humillación, tanta humillación que no
merecía perder en una batalla, era su mejor combustible.
Esquivaba
un golpe tras otro de su enemigo y continuaba azotándolo, Warner no podía
sacarse a su enemigo de encima que continuaba golpeando una y otra vez. Se
dividía entre la sien, el hígado, los riñones, la mandíbula y la boca del
estomago. ¡Los puntos vitales! Pensó Max y su rostro se vio perdido en un gesto
de sorpresa.
¿Qué
cree que está haciendo?, recibió otro impacto que silencio la cuestionante
obvia, la respondió. La sangre salió como una erupción volcánica en una gélida
realidad. En el momento en el que Cyd se había percatado que podía vencer, todo
había terminado.
El
decimo golpe de Cyd estalló en la mandíbula, Warner no era solo fuerte también
podía aguantar mucho, pero no importaba cuanta masa muscular tuviera, no dejaba
de ser un humano. Girando su cuerpo mientras se agachaba le lanzó un puñetazo
justo al punto de conexión con el brazo y le detuvo su derecha. Con su guardia
fuera ahora era una presa fácil, víctima de su propia fobia a una derrota
segura.
Cuando
el golpe de Cyd impactó en su mandíbula y reventó parte del muro junto con la
fisura que le causo a Warner no le quedó la menor duda. ¡Está intentando
matarme!
Lo
cierto era que Cyd se movía solo por instinto animal, su cuerpo parecía
recordar los puntos vitales de tal forma que antes de pensarlo ya estaba por
destrozar a su enemigo que era solo sangre helada. Su fuerza aumentaba con su
determinación y su ceguera era evidente que estaba allí, ya había dejado de ser
un humano.
Max
tragó saliva, ¿este era el poder de ambos?, él podría vencer a Warner no le
cabía la menor duda, dependía mucho de su fuerza y poco de su inteligencia.
Pero… ¿Cyd?, era un reto que no pensaba aceptar. Su mirada continuaba lejos de
lo humano y su cuerpo avanzaba cada vez más agigantando su imagen, Warner ya no
respondía más y en cualquier momento perdería la conciencia dejando a todos los
éxiles de testigo del asesinato más brutal que habían visto.
Dos
pares de manos detuvieron a Cyd, Asbard y Summun, los dos mayores dentro de los
éxiles aparecieron para evitar que esto sucediera. Pero la determinación de Cyd
había aumentado desmesuradamente al encontrarse detenido de su victoria y los
arrastró para volver a golpear a Warner unas tres veces, antes que aparecieran
los demás aliados del grupo para intentar detenerlo.
Warner
admiró en sus últimos segundos de conciencia como Cyd avanzaba su puño directo
hacia su rostro, era el golpe final, no podría aguantar otro más de esos
impactos demoledores. “No me mates” pensó moviendo sus labios para caer
desvanecido.
El
silencio era corrompido únicamente por la respiración agitada de Cyd que de un
tirón retiro a todos los éxiles para alejarse de allí sin responder a los
intentos de detenerlo por parte de Agus y Lycario.
-Déjalo,
no merece la pena que esté aquí- dijo Kaisha severamente para Agus que tenía
los ojos llorosos, ella la abrazó y también dejo que sus ojos se empaparan en
sal de sufrimiento.
Max
también se había retirado, antes que Cyd incluso, pero estaba en su dormitorio.
Lejos de tanto favoritismo intentando alimentar su neutralidad, aún aterrado
ante la demostración de poder brutal por parte de alguien que decía llamarse su
compañero. Tal vez si fuera mejor que Cyd dejara los éxiles, no parecía una
persona muy bondadosa. Incluso sus golpes mal intencionados tendrían
repercusión durante un tiempo largo en Warner. Aunque lo cierto era que les
había dado una lección, no debían subestimar a nadie. Con esta idea en la
cabeza Max se sumió en un estado de meditación absoluta intentando responder a
la interrogante obvia. Si se viera obligado a enfrentarlo, ¿podría vencerlo?
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