jueves, 17 de mayo de 2012

La seguridad de la pradera (Día-Z)


Entramos a la cooperativa y nos bajamos enseguida del auto, no había barullo alguno pero la gente estaba preseleccionada. Éramos menos, Die y Pato se iban a encargar de hacer una compra masiva, la ultima compra de sus vidas, con las provisiones necesarias para el viaje. Miré tenso al bebe, era una verdadera locura lo aparte que estaba la cooperativa de la catástrofe. Enseguida algunos vecinos vieron en mi rostro la chispa de lo perdido, la expresión apocalíptica que me acompañaba y sintieron miedo.


Estuvimos unos cuarenta minutos luchando con mi familia y algunos amigos, “los vatos locos”. Gente que precisábamos para el camino. Mensajes corriendo y la gente aparecía enseguida allí. Al final éramos casi todos los que podía llevar el camión de Luis, donde personalmente fui a convencerlo de forma “amistosa” para tener acceso a él. Era mejor que el dueño no sé corrompiera por el transporte. Algo que; pronto sería material escaso de seguir todo avanzando a tal velocidad.


Cuando el Die y el Pato llegaron gastaron todos nuestros ahorros, no había de otra forma. Pero, no era un momento para hacer un atentado, no queríamos terminar presos cuando las criaturas estuvieran en el barrio. Saque una caja de cigarros y me encendí el primer pucho de mi nueva vida. La vida de un liderazgo que todos debíamos llevar a cabo, la vida del socialismo en su estado puro. Éramos la especie en vías de extinción y precisábamos estar juntos, solo quienes eran consciente de esto iban a ir con nosotros.


El trabajo fue arduo, pero estuvo bien hecho, todos cargamos un poco de lo nuestro para llenar el camión con lo fundamental, comida no perecedera, agua mineral, cigarros, comida para alguna mascota que íbamos a llevar, ropa de cambio (esto iba en bolsos que cada familia armaba), etc. Lentamente fueron apareciendo los familiares o amigos de casi todos, un número muy grande de personas para cargarlas en el camión teniendo en cuenta las provisiones que llevábamos. Por suerte algunos fueron inteligentes y trajeron coches, además contando también con los de la cooperativa teníamos un buen monto de vehículos para poder salir.


El hecho de estar encerrados en un espacio prudente, además; contando también con la calidez de tener gente conocida cerca hizo del sector de reunión algo irrefutable. Debía ser allí y de allí saldríamos hacia un rumbo desconocido todos juntos. Mi idea no era llevar tanta gente… Aunque tampoco podía negar a los demás que trajeran a sus seres queridos, de todas formas ya arreglaríamos ese problema en las primeras expediciones por los alrededores que daríamos. Tendríamos que ser un grupo más reducido y eso no se podía negar de ninguna forma.


Fue solo a las tres horas y media de que llegamos a la cooperativa que toda la gente se junto en el punto pactado. Alrededor de ciento veinte personas estaban allí, listas para partir al primer grito de aviso, aún faltaban pocas cosas para poder salir del todo. Por primera vez en todo el día abracé a mi novia y me quedé perdido allí, un largo y misterioso trayecto nos esperaba, debía decir algo aunque no estaba seguro de que.


-Te amo- fue todo lo que logré decir y aunque sabía la respuesta no la escuche. Mi mirada hablaba por mí, sería un largo trayecto donde tendríamos que tomar un poco de distancia por el bien de todos.


A las cuatro horas de nuestra llegada a la cooperativa, se escucharon los primeros gritos de terror, nosotros doblábamos la horquilla de Durán y la realidad volvía a nosotros. Los drogadictos de la vuelta intentaron colarse al camión pero fueron repelidos por un instinto de supervivencia aun mayor que el de una toxina, el real.


En busca de una pradera segura y solitaria partimos, algún lugar con casas más o menos cerca pero a una distancia prudente, donde sus dueños en su afán por encontrarse con familias ya perdidas en esta guerra biológica, nos “prestara” la materia prima para armar un domicilio propio que cumpliera nuestras exigencias. No servía de nada ir a lugares religiosos o superpoblados, allí íbamos a ser presa fácil, esa fue la condición que pusimos para la utopía de sobrevivir, dignarse a por lo menos seguir una orden única e intangible: “Alejarse de las zonas pobladas en primera instancia. A partir de ello podrán tomar el camino que ustedes quieran y no los detendremos”.

1 comentario:

  1. Está muy bueno, con faltas pero muy bueno.
    Bueno, le falta el final, que ansiosamente lo espero.
    Besos.

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