martes, 15 de mayo de 2012

La huida a Durán (Día-Z)

Entrar allí, fue un juego de niños. Me baje del auto casi de un salto y con el Die entramos, siendo los dos altos, además de complexión fuerte y maciza. Nadie podría resistir eso. Fue todo mucho más rápido de lo que me hubiera gustado, entré casi corriendo y con tres pasos ya estaba enfrente al vendedor. En medio de ese trote lo agarre y lo tire contra el mostrador, mis ojos mostraban desesperación autentica, sin dudas. Él no pudo ofrecer resistencia a mi expresión facial y cedió a cualquiera de nuestras exigencias. Entre gritos y golpes conseguimos bastantes cosas útiles para nuestro camino, suministros que bien nos harían falta. Con la ayuda de Die, en dos o tres bolsos (que robamos de allí mismo), llenos de munición. Agarramos las armas correctas o al menos eso creíamos, no importaba mucho tampoco. Habíamos agarrado tantas armas que tendríamos ir con ellas en nuestra falda.


Lukz se portó como un autentico conductor de un robo de banco, apenas entramos de nuevo al coche acelero como un desesperado. Siguiente parada: Lo del bebe, un amigo, además de una persona con una complexión física imponente, sin contar que nunca dudaba su gatillo, eso era otro de los motivos. Íbamos a precisar gente que no dudara.


El dialogo se hizo corto, más de lo que esperaba, el ruido de gente huyendo dio credibilidad a mi historia, él no dudo. Sus ojos cristalinos se plantaron en el coche donde íbamos a entrar muy apretados sin dudas, había demasiadas cosas y poco espacio.


-Vamos a tener que conseguir algo más grande. No vamos a poder llevar a nadie más si no Pela- me dijo Lukz y yo lo mire por el espejo retrovisor.
-Ahora tenemos que ir a la cooperativa, tengo un camión ahí en vista. Lo más seguro, ¿A dónde seria ir?- pregunte yo como cosa general.
-No sé, la verdad no tengo idea del alcance de esto- contesto Die con su voz casi susurrando mientras Lukz ponía en marcha el vehículo nuevamente.
-Lo más seguro sería ir hacia algún lugar poco poblado, ¿no?- preguntó Pato, esa sabiduría poco común que salía de él, cosas que lo hacían un tótem en el equipo, cosas por las cuales la fortuna lo había puesto con nosotros.
-Vamos a tener que salir al interior. Pero, vamos a precisar más cosas entonces- dijo el Bebe continuando la idea de todos.
-Primero vamos a preocuparnos del camión, de conseguir alguna que otra persona. Les aviso a todos- dije pausando mi voz, yo tampoco quería creer lo que iba a decir. –Vamos a tener que dejar a mucha gente atrás. Vamos a tener que hacer cosas que no nos van a gustar. Pero, no se me ocurre otra cosa que decir, afortunados nosotros que acá estamos. Para por lo del Massi antes- le dije a Lukz y me retrase para quedar en el respaldo.


Mire a Agus, ella con sus ojos café apenas cruzó un segundo la mirada conmigo. Nada más, ella no me hablo y yo tampoco. El trayecto transcurrió dentro de lo normal, extrañamente, no había mucho tráfico en la zona pobre de Montevideo dado que aun no llegaba el maldito virus. Eso nos daba una ventaja, como una desventaja. Yo había pensado en agarrar el camión por sorpresa, como el hijo de puta que debía ser. Por una vez estaba seguro que tenía una decisión por delante.


Lo cierto es que… A pesar de lo normal, el viaje transcurrió en un silencio sepulcral, con nuestras dudas planteadas. Mire a Agus varias veces, pero ella estaba enfadada por el hostile takeover que hicimos en la armería. Era el riesgo de tomar decisiones de líder sin experiencia previa, un líder de verdad que pronto debíamos decidir, iba a llevarse el crédito de las buenas y los insultos de las malas. Solo importaba una cosa… pensé por fin cuando estábamos entrando a la calle Durán, cerca de mi cooperativa. Debíamos sobrevivir, alejarnos de toda esa mierda y rezar que no fuera una prueba biológica o una especie de fumigación nuclear posterior terminara con nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario