lunes, 28 de mayo de 2012

La hora de reposo (Día-Z)

Hacía ya muchas horas que no veíamos ninguna de esas criaturas, llegamos a un pueblo perdido del país, sea esta nuestra unica esperanza contra este mal. El pueblo contaba con apenas unos ciento cincuenta habitantes y muchos habían huido hacía la capital para encontrar a sus seres queridos. Pobres ilusos pensé de forma melancólica.

Yo me hallaba en la cama, junto a ella que posaba desnuda para mí entre ronquidos y demás. Yo no podía dormir y no creía en ese momento que pudiera volver a hacerlo en la vida. Tenía que tomar una decisión que fuera lo más sabia posible o al menos lo suficiente para llevar adelante al pequeño grupo que eramos. Estaba en una pequeña casa de un pueblo en el medio de la nada, no era para menos que mi mentalidad fuera tan utópica.

Tengo que salir a matar a una de esas criaturas... Esa era la única cosa que tenía en mente en ese momento, era la única realidad que acontecía en mi cabeza. Por primera vez en mucho tiempo contaba con la paz interna que jamás había soñado, no había un vehículo moviéndose ni un perro ladrando, no había sonidos a pasos en el pedregullo o el empujón del viento molesto en las hojas de los arboles cercanos y vencidos de cansancio por ese gesto de la naturaleza.

Todo se estaba yendo a la mierda muy rápido, de repente podíamos dormir y despertarnos con alguna de esas criaturas encima, aunque tampoco estaba seguro la verdad. Era más bien una paranoia de la vida que tenía en mi cabeza, eso no importaba.

Agarré un cigarro y camine en ropa interior por todo el suelo helado de baldosas húmedas. La canción de rockwell somebody is watching me sonaba en mi cabeza con cierta ironía, tomaba el aire de forma paulatina y mis pasos se escuchaban de forma hueca por toda la casa. Mis suegros y mis padres estaban en casas vecinas, mi viejo estaba a una cuadra y sería seguramente otro que no podría dormir en esa noche. Ansias de un porvenir que ambos teníamos en la cabeza y deseábamos cumplir.

Me senté en el escalón de entrada y me quede fumando el cigarro, mirando las estrellas de un cielo despejado con millones de cosas mejores que mirarme a mí. Yo sabía que eso era algo que yo debía tener grabado en mi cabeza, como algo que era lo real, esas estrellas y ese cielo nos daban la paz necesaria para saber que había algo mejor que el apocalipsis que íbamos a vivir. Necesitábamos recoger más provisiones porque estaban mal divididas, necesitábamos más armas y más gente que quisiera dispararlas. Yo necesitaba otra cosa.

-¿Estas bien Pela?- bingo, sentí sus brazos rodeándome y sonreí para mis adentros, levantándome para entrar a la casa y cerrando con cautela la puerta para no tener que encontrarme con una sorpresa.

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